El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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Cumple de nuestro amor colombianito

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Nuestro tesoro llanerito está con nosotros

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Nuestro aniversario de boda: El más feliz lo hemos celebrado con Rafa en Bogotá

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martes, 8 de julio de 2008

Retales

Bueno, otro día más.

Ayer fuimos a hacerle unos análisis a Rafa. Estuvo muy contento hasta que entro y entonces el pobre tuvo una llorera inmensa. Encima, no le encontraban una vena buena y le dieron un montón de vueltas.

De premio, por no haberse resistido mucho, le dieron un cepillo de dientes infantil.

Y nosotros, de premio, nos fuimos a la playa. Y se puso su traje de baño nuevo.

Por lo demás, tuvo un día malísimo. Aprovechó el resto del día para dar guerra más y mejor.





Estas fotos son de los recuerdos de Colombia:

El rosario y el cacharrito con instrumentos musicales es regalo de Jason Paul.
La muñeca es un regalo de Juan Carlos y Mayely, los dueños del restaurante Piccolo de Villavicencio. Es una muñeca hecha por niños indios.
La cruz, es recuerdo de la catedral de sal de Zipaquirá.
Y el armadillo y el arpa, de Los Ocarros.

















Estos telares compramos en Bogotá y me encantan.

Sigo con historias de Rafa:

Salimos del coche, y se empeña en no querer salir. Le cojo con firmeza y claro, tropieza y casi se cae. Me dice que soy fea. Y como ya está advertido de que no diga eso, pues bronca al canto.

Ha cogido la costumbre de morder en broma. Y le hemos dicho tropecientas veces que no lo haga,
porque hace daño.

Cuando llegamos de la playa, me pega un mordisco en el trasero. Yo, a cambio, le doy un palmetazo en su idem.
Toca llorar. El papi le hace una demostración de que un mordisco duele, dándole un mordisquito en el bracito de Rafa. Nada fuerte, sólo de demostración.

Monta la de Dios y es castigado yéndose a su dormitorio.
Sigue llorando, y le advierto que puedo cerrarle la puerta.

Parece que se calma y vuelve a la cocina. Justo me da tiempo a ducharme. Y en la ducha, vuelvo a oír llantos.
Había vuelto a decir que los papis son feos. O sea, que vuelta al dormitorio.









El resto de la tarde se la pasa dándonos besos tratando de camelarnos.

Sacamos a la perra de paseo, y de pronto, sin venir a cuento, dice que la mami es fea.

Yo me enfado, acelero el paso y le digo que si la mami es fea no va a hacerle la cena.

Cuando llegamos a casa me dice que la mami es guapa. Pero ya este asunto está pasando de castaño


a oscuro. Y entonces, le digo que me tiene que pedir perdón.

Le ha costado un triunfo pedirme perdón.

Es tarde, vamos a dormir. Leemos un cuento, y rezamos.
Aprovecho para decir que Dios está disgustado porque Rafa se ha portado hoy muy mal y que tiene que pedirle perdón. Claro está que Dios no se enfada pero está muy muy disgustado porque no hay que decir a los papis que son feos.

Por fin se va a dormir. Estamos agotados