Como estaba medio dormida, pensé en la bajada de temperaturas que habían
pronosticado. La cosa fue a peor, y me decidí a ponerme los calcetines más gruesos. Y de paso, desperté a a mi marido.
pronosticado. La cosa fue a peor, y me decidí a ponerme los calcetines más gruesos. Y de paso, desperté a a mi marido.
Este me dijo que hacía calor y no frío.
Claro que mi cuerpo no opinaba lo mismo y me castañeteaban los dientes y tenía una tiritona bestial.
Y por otra parte, para alegrar más la noche, mi estómago se descompuso.
Así que me levanté y me encontré en una disyuntiva: me estaba haciendo pis de manera brutal, y por otra parte, tenía ganas de vomitar.
El esfuerzo de vomitar habría ocasionado inundaciones del baño, así que opté por primero vaciar la vejiga y segundo, vaciar mi pobre estómago.
Digo pobre porque no había cenado y tenía solamente leche. Mi señor marido se había levantado ya por si me daba un jamacuco y me caía redonda. No fue así.
Me volví a la cama, con unos escalofríos y con la mismísima tiritona.
Me pegué a mi marido, que es un calefacción estupenda.
Y pasó que del frío pasé a la sudada del año. ¡Qué alegría de noche!
Y por supuesto, mi organismo trataba de eliminar los viruses esos, haciéndome despertar cada dos por tres para ir al baño.
Me he levantado como si me hubiese pasado un trailer por encima. Por si las moscas, he tomado leche calentita, con mucho cuidado.
Y lo que ha pasado es que mi organismo ha seguido intentando eliminar los viruses, vía rectal. O sea, toca diarrea.
A Dios gracias sean dadas, Rafa está de excursión con el cole todo el día. Porque tengo un cuerpo bateado.
Y como estoy cansada como una burra, no tengo ganas de hacer nada.
Ni punto ni coma. Y la comida, tampoco.
Como aún tengo una neurona sin cansar, me he acordado que el médico, el día de mi ataque de astenia, me dijo que había epidemia de virus intestinal.
Ya me he dado cuenta en carne propia.
Me cachis la mar, qué nochecita me han pegado los bichejos esos. Que digo yo, que podían respetar el sueño de la gente. Y yo, encima con cargo de conciencia, porque mi marido tampoco es que haya dormido mucho, con tanto trajín nocturno.
Total que el top tendrá que esperarse hasta que mi cuerpo serrano se recupere.
Y desde aquí un besazo a Inma por su nenita recién nacida
Y desde aquí un fuerte abrazo a Inés porque su madre ha muerto. Requiescat In Pacem