El mundo en mis manos

Nuestra filosofía de vida, a través de este hermoso texto

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, coloree con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado.

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jueves, 23 de junio de 2011

Soy una asocial

Después de darle mucho a las neuronas, y reflexionar sobre mi misma he decidido que soy una Asocial. Así, con mayúscula. Que cómo he llegado a esta sesuda convicción ha sido por un proceso muy personal. 

  El cara a cara de uno en uno o como máximo de 4 en 4, se me da de lujo. Cuando se juntan más, la liamos pero bien liada. Empiezo bien, con mi cara de "qué simpática soy, que guay", y trato de gustar a todo el mundo, claro. 

El problema resulta cuando, como es lógico, no gusto al mogollón ni tampoco parte del mogollón me gusta a mí. Y por mucho que mi

lenguaje verbal no lo indique, mi lenguaje corporal (ese no hay hijo de su madre que lo pueda camuflar) indica a todas luces que la persona o personas en cuestión, me caen fatal.
 
  Soy muy primitiva, sospecho. Y ese cerebro reptiliano que hace que uno no pueda disimular, sale enseguida y la gente se me queda con cara de : con lo simpática que parecía, y mira lo borde que es. Ale qué bien. Y al final resulta que con lo bien que estoy solita yo, discutiendo conmigo misma sobre lo foca que me estoy poniendo, sobre las ganas que tengo de hacer esto o aquello y estas nimiedades, pues muchas veces, me cierro cual ostra, y así añado puntos a los que piensan que soy más rara que un perro verde. 

  Claro que lo mío no son las multitudes. Y es como si al Yeti, le presentan al mundo. Al Yeti o a un monje anacoreta que ha vivido toda su vida solito. Ocurre que esto de ser políticamente correcto, pues no lo tenemos aprendido. Y aunque, mira que lo intento, al final sale mi faceta borde. Y no es que yo sea particularmente así. En realidad, los que me conocen bien (dos o tres) saben que no soy mal bicho. Tengo que aprender cuándo callarme y cuando hablar. Y como estoy haciendo progresos, ya no hablo y me evito problemas. Siempre he sido muy despistada. Y muchas veces, me lo hago, la verdad. 

Un sistema ideal para que progrese ese aire de intelectual despistada que siempre me ha acompañado. En fin, que soy una asocial, que me gusta hacer las cosas a mi manera, que no me gusta que me digan lo que tengo o no tengo que hacer. Que lo de "indignados", me lo inventé yo, hace muchos, muchos años. Y que ahora, con casi 50 tacos, oye, que me puedo permitir el hacer lo que me dé la santísima gana, y los que opinen, que se callen y den tabaco (que se decía en mi tierra antes). Como decía mi abuela paterna (otra borde, como yo), los que me conocen, ya saben cómo soy y los que no me conocen, me importa un pimiento lo que opinen. Olé. 

  Con la muerte de mi suegra, algunos han opinado a base de bien. Y no para tirarme flores, precisamente. Pues mira, también en esto funciona la jerarquía de opiniones: Dios en el cielo, y mi marido en la Tierra. Y aún nadie se me ha quejado. Un saludo insocial, asocial, o como gustéis